El respeto a las diferencias

A Don Mario de Gasperín G.
Obispo emérito de Querétaro

El pasado día 18 de Abril, mediante el Boletín 1408 emitido por Comunicación Social en el Senado de la República, se dio a conocer que “Los candidatos propuestos por el Ejecutivo federal para ocupar las embajadas de México en Cuba, Ecuador, Finlandia, la Santa Sede y Dinamarca, comparecieron ante senadores a quienes  expusieron sus planes de trabajo y la manera en que impulsarán la agenda de política exterior del gobierno mexicano”. Ante la Santa Sede fue propuesto el queretano Mariano Palacios Alcocer, quien afirmó que “hay dos condiciones favorables para estrechar las relaciones entre México y el Vaticano: uno, el inicio del gobierno del presidente Enrique Peña, con los mejores augurios por el diálogo político, por el respeto a las diferencias, y dos, la elección del Papa Francisco, de origen latinoamericano, como jefe de la Iglesia Católica”.

Esta noticia vuelve a crear revuelo en torno al tema de la libertad religiosa y de conciencia en ciertos círculos de pensamiento no sólo distintos, sino opuestos. En el análisis que hace Martha C. Nussbaum en un breve texto (Libertad de conciencia: el ataque a la igualdad de respeto, Kats Editores, Madrid 2011) en el que defiende la tradición liberal de igual respeto por la libertad de conciencia que se ha ido abriendo paso en Estados Unidos y que ella hace encajar en el momento mismo de la fundación de su país, afirma: “un grupo de valientes colonos que, huyendo de la persecución religiosa en Europa, emprendieron un peligroso viaje a través del océano […] con el fin de poder adorar a Dios en libertad y a su propia manera. Los que sobrevivieron al viaje lo festejaron con los habitantes nativos y dieron gracias a Dios” (p.10). En su decir, la tolerancia religiosa no gozó de buena salud entre los descendientes de los Peregrinos. Por eso, hasta la fecha ella ve dos enemigos de la tolerancia religiosa: el que propugna el establecimiento de un culto oficial y el antirreligioso; éste cree que “toda religión debería ser desfavorecida en la esfera pública —no por razones de igualdad o libertad, sino porque cree que la religión es algo embarazoso, una reliquia de una era precientífica y una fuente de problemas—. El antirreligioso piensa que podemos construir democracias duraderas desalentando la religión y construyéndolas sobre la racionalidad científica secular” (p. 53), mientras que aquél piensa “que el buen orden y la seguridad pública requieren un compromiso público con la ortodoxia religiosa, una tradición religiosa dominante” (p. 49). Expone por supuesto argumentos en contra de uno y de otro.

Crecida en un ambiente protestante y luego convertida al judaísmo y casada con un judío, ella argumenta: “la conciencia es un ente delicado y vulnerable. Necesita el respaldo de las leyes y de las instituciones. Dado que se merece el igual respeto, también merece un respaldo igual” (p. 59). Es interesante que afirme también: «Hasta el momento, en esta charla no he utilizado las palabras “separación de Iglesia y Estado” que tan a menudo utiliza la izquierda en relación con este tema. Evito estas palabras deliberadamente. Este eslogan, de hecho, no formó parte de nuestra tradición constitucional originaria. No se encuentra en nuestra Constitución y ninguno de sus creadores lo utilizó; prefiero el lenguaje de la libertad y la igualdad. El eslogan, que surgió a mediados del siglo XIX, durante una época de pánico a causa de la inmigración católica, expresaba el temor de la gente a que la iglesia católica fuera a asumir el control de las instituciones americanas […] La total separación de Iglesia y el Estado, concebida de un modo unilateral, es tanto imposible como indeseable» (pp. 46-47).

Se podrá estar o no totalmente de acuerdo con la autora, pero algo no se puede ignorar: el deseo de respetar la dignidad de la persona humana en todas sus dimensiones y la invitación a profundizar en un tema tan complejo. Por eso saludamos con esperanza las palabras del nuevo Embajador ante la Santa Sede: “el respeto a las diferencias”. Auguramos una paz creciente en nuestra Patria.

Pbro. Filiberto Cruz Reyes

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