1700 Años después

Los días 14 al 16 de este mes de mayo se reunieron en Milán, en un acto ecuménico, el Cardenal Arzobispo Angelo Scola y el Patriarca ortodoxo Bartolomé, de Constantinopla, para celebrar el 1700 aniversario del llamado “Edicto de Milán” que puso fin a la persecución de los cristianos en el Imperio Romano. En efecto, en el 311, el Emperador Galerio había decretado la tolerancia del cristianismo, y en el 313 los Emperadores Constantino y Licinio decretan la libertad religiosa en todo el Imperio romano, haciendo referencia de modo expreso a los cristianos, quienes pudieron recobrar sus lugares de culto y propiedades que les habían sido antes confiscadas.

El texto referido afirma, entre otras cosas: “Nos, los emperadores Constantino y Licinio, habiéndonos reunido felizmente en Milán, y puesto en orden las cosas que pertenecen al bien común y a la seguridad pública, juzgamos que, entre las cosas que han de beneficiar a todos los hombres o que deben ser primero solucionadas, una de ellas es la observancia de la religión; debemos, por consiguiente, dar, así a los cristianos como a todos los otros, libre oportunidad para profesar la religión que cada uno desee para que por este medio, cualquiera que sea la divinidad entronizada en los cielos, pueda ser benigna y propicia con nosotros y con todos los que han sido puestos bajo nuestra autoridad. Por lo tanto, pensamos que la siguiente decisión está de acuerdo con una sana y verdadera razón: que nadie que haya aceptado la creencia cristiana o cualquiera otra que parezca ser la más conveniente para él, sea obligado a negar su convicción, para que así la Suprema Divinidad, cuyo culto observamos libremente, pueda asistirnos en todas las cosas con su deseado favor y benevolencia. Por cuyo motivo es necesario que V. E. sepa que es nuestra voluntad que todas las restricciones publicadas hasta ahora en relación a la secta de los cristianos, sean abolidas, y que cada uno de ellos, que profese sinceramente la religión cristiana, trate con empeño en practicar sus preceptos sin temor o peligro […] V. E. también debe saber que, por la conservación de la paz en nuestros días, hemos concedido a los otros el mismo derecho público y libre para practicar sus creencias o culto, para que de esta manera cada uno pueda tener libre ocasión para rendir adoración según su propio deseo” (citado en Estado y Religión. Textos para una reflexión crítica, Rafael Navarro-Valls y Rafael Palomino, Editorial Ariel, Barcelona 20032, pp. 42-43).

En este contexto el Papa Francisco le envió un mensaje al Cardenal Scola a través del Secretario de Estado, Cardenal Bertone, para saludar al Patriarca Bartolomé, a todos los participantes y a toda la ciudad “por el relieve dado a la memoria de la histórica decisión que, decretando la libertad religiosa para los cristianos, abrió nuevos caminos al Evangelio y contribuyó de forma decisiva al nacimiento de la civilización europea”.

En el texto, el Santo Padre manifiesta el deseo de que “hoy como ayer el testimonio común de los cristianos de Oriente y Occidente, regido por el espíritu del Resucitado, contribuya a la difusión del mensaje de salvación en Europa y en todo el mundo y que, gracias a la amplitud de miras de las autoridades civiles se respete en todos los lugares el derecho a la expresión pública de la propia fe y se acoja sin prejuicios la aportación que el cristianismo sigue ofreciendo a la cultura y a la sociedad de nuestro tiempo”.

El Patriarca Bartolomé expresó su preocupación por “los eventos políticos que suceden en el Medio oriente” en particular en Siria donde “los cristianos de toda confesión, clérigos y laicos, a pesar de los grandes esfuerzos que realizan para permanecer neutrales en el conflicto civil, a pesar de su vida tranquila y pacífica, son puestos a prueba y amenazados cotidianamente con secuestros y homicidios. De ahí también su “protesta” dirigida a la comunidad internacional “porque mil setecientos años después de la conseción de la libertad religiosa con el Edicto de Milán, continuan en todo el mundo, bajo múltiples formas,las persecuciones”.

Pbro. Filiberto Cruz Reyes

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