Este lunes 3 del presente se cumplieron 50 años de la muerte del Papa Juan XXIII. En efecto, la tarde el 3 de junio de 1963 se celebraba en la Plaza San Pedro la Misa pro Pontifice infirmo, al final de la cual, a las 19:45 horas, el Papa terminaba su peregrinar en esta tierra.
Con motivo de este aniversario el Papa Francisco dirigió un mensaje a un grupo de peregrinos llegados a Roma de la Diócesis de Bérgamo, de donde era originario Juan XXIII. El Papa Francisco recordó el lema episcopal de Juan XXIII: Oboedientia et pax: obediencia y paz. En su diario, el Papa Bueno, escribió un día antes de su consagración episcopal: “Estas palabras son un poco mi historia y mi vida”. El Papa Francisco explicaba: “La paz […] es el aspecto más evidente, aquel que la gente percibió en el Papa Juan: Angelo Roncalli era un hombre capaz de transmitir paz; una paz natural, serena, cordial; una paz que con su elección al pontificado se manifestó al mundo entero y recibió el nombre de bondad”. En cuanto a la obediencia el Papa Francisco afirmó: “si la paz fue la característica exterior, la obediencia constituyó para Roncalli la disposición interior: la obediencia, en realidad, fue el instrumento para alcanzar la paz”.
El papa Francisco gusta de citar a uno de sus hermanos jesuitas, al francés Henri de Lubac, quien fuera uno de los grandes maestros de la teología y espiritualidad del siglo XX. El Padre Henri de Lubac fue uno de los grandes precursores del Concilio Vaticano II, pero muchos de sus escritos suscitaron sospechas y envidias, de modo que en cierto momento fue privado de la facultad de enseñar y fue llevado de un sitio para otro al menos durante diez años; sus obras fueron retiradas de las bibliotecas de la Compañía de Jesús y se prohibió su venta. De todo esto afirmó el mismo Padre De Lubac: «En todo este asunto expuesto aquí a grandes rasgos, asunto que duró bastantes años, yo nunca fui interrogado, jamás tuve un solo encuentro sobre el fondo de las cuestiones con ninguna autoridad de la Iglesia romana o de la Compañía. Nunca se me comunicó de qué era acusado en concreto… Tampoco se me pidió nunca nada que se pareciese a una “retractación”, explicación o sumisión particular (Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac. La Obra orgánica de una vida. Encuentro Ediciones, Madrid 1989, pp. 13-14)».
Hay dos textos que el Padre De Lubac cita de sendos autores a propósito de la obediencia y del dolor que esta puede conllevar; uno de Proudhon: “Es necesario que yo sufra un poco y que sienta la desgracia de vez en cuando. Esto me levanta, me vigoriza y me sienta bien”; y otro de Teilhard de Chardin: “Si supierais qué amargo es doblegarse cuando no se tiene la certeza interior de que es bueno doblegarse y cuando se teme que, al hacerlo, uno sea infiel al verdadero valor y a la verdadera renuncia”.
Será precisamente Juan XXIII, quien le nombre, junto con el Padre Congar, consultor de la Comisión Teológica preparatoria del Concilio Vaticano II. De este modo la Iglesia nos da los frutos de dos grandes hombres contemporáneos maestros de la obediencia.
Pbro. Filiberto Cruz Reyes