El Palio arzobispal

Como es costumbre, este 29 de Junio, fiesta de los Apóstoles Pedro y Pablo, patrones de Roma, el Papa Francisco entregó el Palio a 35 Arzobispos Metropolitanos; 3 de ellos mexicanos, a saber: Mons. Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey; Mons. Alfonso Cortés Contreras, arzobispo de León y Mons. Fabio Martínez Castilla, arzobispo de Tuxtla Gutiérrez. La Diócesis de Querétaro pertenece a la Provincia del bajío, de la cual la Metrópoli es León y son parte también las diócesis de Irapuato y Celaya; mientras que Mons. Cabrera López perteneció al clero de nuestra diócesis.

Respecto a las Provincias eclesiásticas el canon 431 § 1 afirma: “Para promover una acción pastoral común en varias diócesis vecinas, según las circunstancias de las personas y de los lugares, y para que se fomenten de manera más adecuada las recíprocas relaciones entre los Obispos diocesanos, las Iglesias particulares se agruparán en provincias eclesiásticas delimitadas territorialmente”; mientras que del Metropolitano afirma el canon 435: “Preside la provincia eclesiástica el Metropolitano, que es a su vez Arzobispo de la diócesis que le fue encomendada; este oficio va anejo a una sede episcopal determinada o aprobada por el Romano Pontífice”. El canon 437 afirma en el párrafo 1 que el palio “es signo de la potestad de la que en comunión con la Iglesia de Romana se halla investido en su propia provincia”, refiriéndose al Arzobispo.

En la liturgia existe un dosel portátil sujeto a cuatro o seis barras que se lleva en algunas procesiones eucarísticas sobre la custodia, llamado palio. No es este el que ha entregado el Papa a los Arzobispos, sino “un ornamento del Papa y de los Metropolitanos con forma de faja circular de la cual penden ante el pecho y en la espalda dos tiras rectangulares, de lana blanca, con cruces de seda de color negro o rojo” y que probablemente procede de la toga paliata romana o del omoforion griego. La ceremonia de imposición del palio está atestiguada al menos desde el siglo VI (Liber pontificalis) y ha sufrido una evolución en su forma y en su concesión.

“La lana del palio procede de las ovejas que son bendecidas en la festividad de santa Inés […] Los palios una vez confeccionados son bendecidos después de las primeras vísperas de la festividad de san Pedro y son custodiados en una caja de plata dorada a los pies del altar mayor de la Basílica Vaticana” (Martí Bonet, José María; El Palio. Insignia pastoral de los papas y arzobispos. BAC, Madrid 2008, pp. 3-4). La estructura que tiene el palio y que sea de lana nos evocan la representación de la oveja perdida y hallada por el Buen Pastor y que se la coloca en los hombros. De las imágenes más antiguas de los cristianos es esta del buen pastor con la oveja sobre los hombros, encontradas en las catacumbas romanas.

El palio es pues, signo de la comunión que representa y debe promover el Arzobispo en la metrópoli que preside, por eso, como afirma el canon 437 en su párrafo 2: “El Metropolitano puede usar el palio a tenor de las leyes litúrgicas, en todas las iglesias de la provincia eclesiástica que preside, pero no fuera de ella, ni siquiera con el consentimiento del Obispo diocesano”.

Pbro. Filiberto Cruz Reyes

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