La palabra liturgia aparece 5 veces en el documento Evangelii Gaudium del Papa Francisco. En el n. 24 afirma: “La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso donativo.” (n. 24).
En esta frase resuena la doctrina del Concilio Vaticano II cuando afirma que “la liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su riqueza” (SC 10), y hace eco también de la concordia con hombres y mujeres que a través de los siglos han vivido de la belleza de la Eucaristía.
El 15 de Agosto de 1975, fiesta de la asunción de la Santísima Virgen María, otro gran hombre de Iglesia y Eucaristía, también llamado Francisco, Francois-Xavier Nguyen Van Thuan para ser más preciso, obispo vietnamita, fue arrestado por el régimen comunista de su patria, bajo la acusación de que su nuevo nombramiento como arzobispo coadjutor de Saigón había sido “fruto de un complot entre el Vaticano y los imperialistas para organizar la lucha contra el régimen comunista” (Nguyen Van Thuan, Francois-Xavier; Cinco panes y dos peces. IMDOSOC, México DF 2010, p. 14). Pasará 13 largos años en prisión, de los cuales afirma: “la larga tribulación de nueve años en aislamiento, sólo con dos guardias, una tortura mental, en el vacío absoluto, sin trabajo, caminando en la celda desde la mañana hasta las 9:30 de la noche para no ser destruido por la artrosis, al límite de la locura” (ibidem, p. 23). Es en ese contexto que el obispo afirma: “Mi única fuerza, la Eucaristía”. Y explica: “Nunca podré expresar mi gran gozo: todos los días, con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de la mano, celebré la Misa”; en otra etapa dirá: “A las 21:30 había que apagar la luz y todos debían dormir. Me encorvaba sobre la cama para celebrar la Misa de memoria, y distribuía la comunión pasando la mano debajo del mosquitero”. Agrega también: “Pasé nueve años aislado. Durante este tiempo celebré la Misa cada día hacia las 3 de la tarde, la hora en que Jesús estaba agonizando en la Cruz. Estaba solo, podía cantar mi Misa como quería, en latín, francés, vietnamita..”. El 16 de septiembre de 2002 el Cardenal Van Thuan fue llamado a la casa del Padre, víctima de cáncer.
El pasado 12 de Febrero el Papa Francisco en su catequesis sobre la Eucaristía nos hacía un cuestionamiento: “¿Cómo vivimos nosotros la Eucaristía? ¿Cómo vivimos la Misa, cuando vamos a Misa los domingos? ¿Es sólo un momento de fiesta? ¿Es una tradición bien establecida, que se hace? ¿Es una ocasión para encontrarnos o para sentirnos bien, o es algo más?” Todo esto, me parece, como eco de lo que afirmó en la Evangelii gaudium: “En algunos hay un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia. Así, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos.” (n. 95). Y en su catequesis nos enseñó que hay “señales muy específicas para averiguar cómo vivir esto. Cómo vivimos la Eucaristía. Señales que nos dicen si vivimos la Eucaristía bien, o no la vivimos tan bien”. El Romano Pontífice señaló al menos tres: “El primer indicador es la manera en que vemos y consideramos a los demás”, el segundo es: “es la gracia de ser perdonados y perdonar”, y el tercero lo enunció: “Un último y valioso indicador nos lo ofrece la relación entre la celebración eucarística y la vida de nuestras comunidades cristianas”. Él los explicó, Quisiera señalar la coincidencia de esta doctrina con la vivencia dolorosa del después Cardenal de la Santa Iglesia Romana Francois-Xavier Nguyen Van Thuan.
Respecto a la primer señal Van Thuan dijo: “Sí, Señor, tú me mandas aquí para ser tu amor en medio de mis hermanos, en el hambre, en el frío, en el trabajo fatigoso, en la humillación, en la injusticia. Te elijo a ti, tu voluntad, soy tu misionero aquí” (p. 25).
Respecto a la segunda señal afirmó: “Muchas veces sufro porque los medios de comunicación quieren hacerme contar cosas sensacionales, acusar, denunciar, exitar la lucha, la venganza… Esa no es mi intención” (p. 11).
Y en relación a la tercer señal expresa: “Ofrezco la Misa con el Señor: cuando distribuyo la comunión me doy a mí mismo junto al Señor para hacerme alimento para todos. Esto quiere decir que estoy siempre al servicio de los demás”.
Celebremos pues este año de la liturgia gozosos, dejándonos guiar por estos dos Franciscos por su experiencia de Iglesia y de Eucaristía, por la belleza y armonía de la liturgia que nos hace concordar en la fe y en la caridad, en el pensamiento y en las buenas obras, en perdón que pedimos y debemos ofrecer.
Filiberto Cruz Reyes