A mi abuela Leonor en su cumpleaños 97
y a la memoria de mi abuelo Alfonso
La Conferencia Regional sobre Migración “es uno de los resultados concretos de la Cumbre de Presidentes denominada Tuxtla II , efectuada en febrero de 1996” y está conformada actualmente por: Belice, Canadá, Costa Rica, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana; y tiene además como países observadores a: Argentina, Colombia, Ecuador, Jamaica y Perú (http://www.crmsv.org/Descripcion.htm). El día 30 del mes pasado publicó una Declaración Extraordinaria (http://www.crmsv.org/ReunionesCRM_GRCM.htm) en el marco de la XIX Conferencia Regional sobre Migración, realizada en Managua, Nicaragua; en donde afirman que el “creciente número de niñas, niños y adolescentes que migran de manera irregular constituye un reto significativo en materia de protección humanitaria y aplicación de la ley en nuestra región”. A ello Obispos de Estados Unidos, México, El Salvador, Guatemala y Honduras saludaron el día 10 del presente con una Declaración Conjunta (http://www.cem.org.mx/contenido/419-cem-declaracion-obispos-eua-guatemala-honduras-mexico-salvador.html) en la que ven con esperanza el reconocimiento que los países miembros de dicha Conferencia hacen de la corresponsabilidad que existe frente al desafío de la migración infantil y el compromiso hecho para implementar medidas integrales y articuladas para garantizar el interés superior del niño y adolescente, así como la unidad familiar.
El tema de la migración no es nuevo para los cristianos. Ya en la Primera Carta de Pedro se lee: “Los exhorto como a expatriados y extranjeros…” (2, 11). Este tema fue puesto en el centro de la atención mundial cuando el Papa Francisco acudió a la Isla italiana de Lampedusa en su primer viaje oficial fuera de Roma luego de su elección, fue el 8 de junio del año pasado; se acaba de cumplir un año. Dicha isla es el lugar por donde arriban miles de migrantes venidos del norte de África. Allí condenó la “globalización de la indiferencia” y exhortó a un “despertar de las conciencias”.
En esta Carta del Apóstol Pedro aparecen varias veces los conceptos griegos de pároikos (expatriado) y oikós (familia). El primero denota al extraño, al extranjero, al forastero, al “otro”. El segundo tiene connotaciones de hogar, de sitio donde uno se encuentra a gusto y está encajado, del lugar adecuado donde nos encontramos bien. Así, el primer concepto señala a la persona desplazada y que se encuentra fuera de su lugar, al forastero o extranjero que despierta curiosidad o sospecha. En el mundo romano antiguo se expresó esta condición con el concepto peregrinus. Tanto en el ambiente griego como en el romano eran conceptos que expresaban una condición social y jurídica muy precisa, en la que se era excluido de muchas áreas de la vida, lo que hoy Francisco llama la “cultura del descarte”. El pároikos estaba por debajo de los ciudadanos de pleno derecho (politai) y por encima de los extranjeros (xénoi), los libertos y los esclavos. En general, el peregrinus no tenía derechos políticos, no podía participar en las asambleas populares y quedaban excluidos del servicio militar, no podía hacer testamento, no podía ser heredero de un ciudadano romano, etc.
En torno al tema de la migración giran muchos otros de gran trascendencia: las transnacionales, la explotación inmisericorde de los recursos naturales, el tráfico de armas y personas, la trata de personas, el desempleo, la ingerencia, el reclutamiento de niños y jóvenes para actividades delictivas, los hoy casi olvidados “capitales golondrinos”, la falta de programas de desarrollo social, etc.
El cristiano y todo ser humano no puede ser indiferente frente al “otro”, no podemos olvidar que todos llevamos la misma condición de “extranjeros” en esta tierra, vamos de paso, a veces se nos olvida esto y desconocemos al otro como hermano; habrá muchas razones para explicar la situación actual de México pero una de ellas es esta: hemos olvidado que somos hermanos. Que la Virgen de Guadalupe a quien en estos días nuestra diócesis se encamina a ver en su casa nos lo recuerde y ayude a vivirlo. Necesitamos construir casas o albergues para los migrantes.
Pbro. Filiberto Cruz Reyes
13 de Julio de 2014