El miércoles 17 de ésta semana que terminó fue testigo de dos grandes acontecimientos que queremos destacar y que se encuentran en las antípodas. Por una parte, el fin de un desencuentro, el que protagonizaron por 53 años Cuba y Estados Unidos y, por otra, el inicio de una herida en el diálogo ecuménico entre la Iglesia Católica y la Comunión Anglicana.
En efecto, si alguien se puede alegrar y si alguien sufre por estos acontecimientos de modo personal es el Papa Francisco; pues por una parte Él jugó un papel muy importante en el diálogo entre estos dos países (que desde 1961 habían roto las relaciones diplomáticas) para que por fin puedan dar inicio a una nueva etapa en las relaciones internacionales, ya sin el resabio de la guerra fría y el fantasma, entre otras cosas, de una carrera armamentista nuclear desplegada por dos grandes bloques ideológicos. No todo está dicho y hecho, pero se puede vislumbrar con esperanza una luz que muchos, por diversos intereses, quisieran se extinguiera; la mayor parte de las naciones aplauden este momento histórico, y nosotros también. La visita de Juan Pablo II en 1998 a la isla marcó ya el inicio de este momento, la paciencia y trabajo de la iglesia sumada a las de tantos otros han dado su fruto. El 21 de enero de 1998, decía Juan Pablo II en su discurso de llegada a la Habana para su Visita Pastoral: “Quiera Dios que esta Visita que hoy comienza sirva para animarlos a todos en el empeño de poner su propio esfuerzo para alcanzar esas expectativas con el concurso de cada cubano y la ayuda del Espíritu Santo. Ustedes son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional”. Decía Santa Teresa de Ávila: “la paciencia todo lo alcanza”.
Por otra parte, ese mismo día la Iglesia Anglicana de Inglaterra (valga la redundancia, pero se nos permita, pues esta comunidad es independiente en cada país, y ya otros habían hecho lo propio) anunció que tendrá para enero próximo su primera mujer “obispo”. En este sentido se abre una herida en primer lugar en cuestiones teológicas, pues Juan Pablo II el 22 de mayo de 1994, Solemnidad de Pentecostés, afirmó en su Carta Apostólica “Ordinatio sacerdotalis” que la Ordenación sacerdotal está reservada sólo a los varones, con las siguientes palabras: “con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia” (n. 4). Esto que por muchos es considerado como algo discriminatorio la iglesia lo explica en parte diciendo que la Ordenación no es un derecho, ni siquiera para los varones, sino un don. Además, esta doctrina ha sido conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia y enseñada firmemente por el Magisterio a ejemplo de Jesucristo que eligió sólo varones para constituir a los doce. Lo más importante no es el oficio que se desempeña, sino la vocación, que es la misma para todos: la santidad; Teresa de Calcuta entre las grandes mujeres de la Iglesia de la época reciente, nunca reclamó como derecho ser sacerdotisa, eligió el camino de la santidad. El riesgo mayor en la práctica eclesial es que se pierda la sucesión apostólica y se deteriore así el grado de comunión entre la comunidad anglicana y la católica, y esto dificulte la unidad tan deseada y buscada en los últimos años por ambas comunidades.
Ese mismo día miércoles fue el cumpleaños 78 del Papa Francisco, quien en la Audiencia General de los miércoles, afirmó, hablando del misterio de la Encarnación, que ésta “abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y de la mujer”, y que los 30 años de la vida oculta, sencilla de Jesús, antes de su vida pública con el anuncio del Reino, “no son un tiempo perdido” en aquella periferia de mala fama como lo era Nazaret, sino que fue un tiempo de estar en familia, viviendo toda la familia en santidad.
¡Felicidades por su cumpleaños Santo Padre Francisco!
21 de Diciembre de 2014