Del 22 de marzo en adelante el Presidente de China, Xi Jinping, hará una gira de trabajo por varios países europeos: Holanda, Francia, Alemania, Bélgica; entre su agenda se encuentra participar en la Conferencia sobre la seguridad nuclear, encontrase con el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Barack Obama, la Canciller alemana Ángela Merkel, el Francés Francois Hollande y, algo inédito: visitará la Sede de la Unión Europea, siendo el primer Presidente chino que lo hace.
Este 16 de marzo murió Mons. Joseph Fan Zhongliang, obispo de Shanghai, China, no reconocido por el gobierno de la República y que había sido consagrado obispo de manera clandestina en 1985. Y es que la vida de la Iglesia en China no ha sido fácil desde los años cincuenta del siglo pasado.
El 27 de mayo de 2007 el Papa Benedicto XVI escribió una carta a los católicos en la República Popular China, y junto con ella apareció publicada también una Nota explicativa de la misma. La Nota narra las vicisitudes de la Iglesia en China desde los años cincuenta en que “con la expulsión de los Obispos y misioneros extranjeros, la encarcelación de casi todos los eclesiásticos chinos y de los responsables de los diversos movimientos laicales, el cierre de las iglesias y el aislamiento de los fieles” inició una etapa “difícil y dolorosa” para la Iglesia en ese país. Luego “al final de los años cincuenta se crearon organismos estatales como la Oficina para los Asuntos Religiosos y la Asociación Patriótica de los Católicos Chinos, con el fin de guiar y «controlar» todas las actividades religiosas. En 1958 tuvieron lugar las dos primeras ordenaciones episcopales sin el mandato papal, dando inicio a una larga serie de gestos que hieren profundamente la comunión eclesial”. Esto en la práctica significa el intento de crear una iglesia nacional China, que a través de dichos “organismos cuyas finalidades declaradas, y en concreto la de llevar a efecto los principios de independencia, autogobierno y autogestión de la Iglesia, no son conciliables con la doctrina católica”.
En medio de esta compleja situación, dos jesuitas fueron protagonistas importantes: el recién fallecido Joseph Fan Zhongliang y Aloysius Jin Luxian, consagrado obispo el mismo año y para la misma ciudad pero con el visto bueno del gobierno y sin el mandato apostólico. Más tarde, en 2004 la Santa Sede concedió la aprobación de la consagración pero dándole el título de Obispo coadjutor. Jin falleció el 27 de abril del año pasado. Como una opción para desenmarañar situación tan difícil la Santa Sede eligió obispo Auxiliar a Mons. Thaddeus Ma Daquin siendo consagrado el 7 de Julio de 2012, pero en la Misa de consagración Mons. Ma renunció a ser miembro de la Asociación Patriótica en razón de la Carta de Benedicto XVI, lo que le valió ser declarado bajo arresto domiciliario y ver impedido el ejercicio de su ministerio.
Actualmente solo Mons. Savio Hon Taifai, secretario de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos, es el único miembro chino de la curia vaticana.
Este puede ser momento propicio para que la Santa Sede y la República de China puedan establecer relaciones diplomáticas como un instrumento de paz y concordia para todos los Chinos, en base al principio del que la Iglesia es testigo: “la sangre de mártires es semilla de cristianos”. Los Acuerdos y Convenios de la Santa Sede “han ido recibiendo múltiples denominaciones: en tiempos pasados, Concordias, Paces, Capítulos Concordados; en la actualidad, más de ordinario, Acuerdos y/o Convenios Iglesia-Estado; no raras veces, Concordatos” (Corral Salvado, Carlos; Derecho Internacional Concordatario. BAC, Madrid 2009, p. 5). Oremos por la Iglesia en China, máxime cuando también nuestra Patria sabe de la experiencia de haber sufrido el intento de ser transformada en Iglesia nacional.
Filiberto Cruz Reyes