A ellas con admiración en su día
Decían los antiguos que las palabras son como hijas del alma, por eso podemos llamar padre o madre a nuestros maestros que nos educan a través de ellas; y no es raro que los niños más pequeños digan equivocándose de modo espontáneo mamá a su maestra.
Despertar en los niños el gusto por la lectura y estimular su imaginación es algo que les acompañará toda la vida, hoy se siguen impulsando nuevos métodos de lectoescritura, que los niños aprendan a leer y a escribir. Educar es enseñar a ser libre, tal vez por eso decía un General romano: los pueblos se hicieron para dominarse, no para educarse.
A finales del año pasado acudieron a una invitación que se les hizo en Argentina, un grupo de docentes de preescolar, primaria, secundaria y autoridades educativas del Estado de Querétaro, para que compartieran su experiencia en estos temas. Coincidentemente durante su breve estancia allá, se presentó León Gieco en concierto, algunos de los maestros acudieron a la presentación; al iniciar la misma, unos personajes con máscaras dieron vueltas entre las filas de los asistentes repartiendo pequeños presentes, al pasar junto al grupo de mexicanos una de ellas exclamó: ¡venimos de México!, ante lo cual uno de los personajes regresó y le entregó un libro: Yo que una vez… puse tierra en tus pies. Análisis de la Obra y los recitales de León Gieco (La Motte, Cristina. De la Victoria Ediciones, Mendoza 2010); luego al llegar al escenario este personaje se quita la máscara y se dan cuenta de que era el mismísimo León Giego.
Durante la dictadura militar en Argentina (1976-1983) se llegó a prohibir que se tocara rock en inglés, esto hizo que se desarrollara el rock en español. Por otra parte surgieron una serie de canta autores que denunciaban lo que estaba sucediendo: muertos, desaparecidos, torturados, etc., bajo el terror de Estado. Entre ellos se encuentran León Gieco, Mercedes Sosa, Teresa Parodi, Víctor Heredia, Sumo, Miguel Cantilo, María Elena Walsh, etc. Muchas de las canciones libertarias de esa época surgieron expresamente a partir de la situación que se estaba viviendo, otras fueron reinterpretadas a luz de los acontecimientos y adquirieron un nuevo sentido. Por ejemplo, Víctor Heredia, cuya madre pertenece a las madres de Plaza de Mayo por tener una hija desaparecida, compone su famosa canción “Todavía cantamos” a partir del hecho de la muerte de su padre por la tristeza de su hija desaparecida y de lo que su madre exclamó: “Todavía tenemos esperanza hijo”.
De entre las canciones tal vez más famosas de León Gieco se encuentra “Sólo le pido a Dios”, de la que dice la autora del libro mencionado: “habla del tema de la debilidad de la gente cuando admite que el flagelo de la guerra la puede destruir, que la gente podría ser traicionada y que quizá su única arma sea la memoria” (p. 19).
La memoria se guarda y se mantiene viva especialmente al transmitirse por la música, en ese sentido alguien dijo: si quieres cambiar un pueblo, cámbiale su música. En nuestros días entre nosotros ha ido creciendo lo que se llama “Movimiento alterado” que no se limita ya, al estilo del corrido tradicional, a narrar acontecimientos, sino que en ocasiones hacen verdadera apología de la violencia. Creo que no está en el prohibir este tipo de expresiones, sino en el educar como nuestra patria tendrá que transitar hacia modelos más justos y fraternos de convivencia, modelos más humanos en los que no se confunda “derechos” con “libertad de hacer”, es decir, necesitamos volver a modelos más humanistas de educación y no sólo formas tecnificadas que miran sólo a la producción inmisericorde a cualquier precio. Necesitamos una educación que nos enseñe lo que el ser humano es y lo que está llamado a ser, mirando a la belleza, al orden, a la bondad, y esto se labra lentamente en las aulas de pre escolar a través de las madres y maestras.
Pbro. Filiberto Cruz Reyes