Maestros ¿cuáles?

Para Verónica Martínez Hernández, Enfermera,

en su jubilación, con gratitud en nombre de tantos pacientes.

Alguien afirmó que los buenos maestros forman buenos maestros, no discípulos. ¿cómo entender esta afirmación? ¿acaso no todos queremos trascender legando algo de nuestra experiencia? Hay quienes gustan de rodearse de “enanos”, es decir, no pueden soportar que alguien sobresalga por encima de ellos, su complejo de inferioridad no soporta alternativa alguna, se sienten amenazados, empequeñecidos, anonadados sin razón; utilizan todo medio a su alcance para aplastar, empequeñecer, aniquilar, envilecer. Todo lo contrario a la verdadera autoridad. Niegan su pasado, sus raíces, su identidad. Creen que con ellos empieza la historia, que han surgido “ex nihilo”. Excluyen, sólo conocen el monólogo, impertérritos inactivos. No arriesgan ni palabra ni acción, pretenden glorias sin buenas lides, fama sin batallas propias.

El pasado viernes 6, del presente mes de mayo, el Papa Francisco, profesor experimentado, recibió el Premio “Carlo Magno” que otorga la ciudad alemana de Aquisgrán a personas e instituciones distinguidas en el ámbito europeo. Al recibir tal distinción el Pontífice afirmó con sencillez y de modo directo: “no hagamos un gesto celebrativo, sino que aprovechemos más bien esta ocasión para desear todos juntos un impulso nuevo y audaz para este amado Continente”, refiriéndose a Europa, pero que es válido también para nosotros en lo que de humanismo transmite.

Cuestionó con amor de padre, de maestro, sin tapujos, sin buscar lo “políticamente correcto”: “¿Qué te ha sucedido Europa humanista, defensora de los derechos humanos, de la democracia y de la libertad? ¿Qué te ha pasado Europa, tierra de poetas, filósofos, artistas, músicos, escritores? ¿Qué te ha ocurrido Europa, madre de pueblos y naciones, madre de grandes hombres y mujeres que fueron capaces de defender y dar la vida por la dignidad de sus hermanos?”. Esto en el contexto de la gran crisis migratoria vigente en el viejo continente. Y de entre los grandes maestros que pasaron seguramente por su mente enumera algunos: Elie Wiesel, (Premio Nobel de la Paz, superviviente de los campos de concentración nazis), Robert Schuman (político, de fe católica, considerado uno de los padres de la Europa moderna), Alcide De Gasperi (también político católico, otro de los padres de Europa), Erich Przywara (sacerdote jesuita, teólogo y filósofo), y por supuesto, al también católico, enorme político y padre de Europa: Konrad Adenauer. Todos europeos, todos universales, maestros vigentes por su capacidad e intención de formar maestros, no discípulos “enanos”.

Francisco, en su discurso pronunciado al recibir tan honroso reconocimiento, afirma que sueña con un nuevo humanismo europeo, con “una Europa capaz de dar a luz un nuevo humanismo basado en tres capacidades: la capacidad de integrar, capacidad de comunicación y la capacidad de generar”.

Al hablar de integración cree que “los reduccionismos y todos los intentos de uniformar, lejos de generar valor, condenan a nuestra gente a una pobreza cruel: la de la exclusión”. De ahí su actividad constante contra todo “descarte”, toda exclusión. ¿Cuántos millones de mexicanos están excluidos de los servicios más elementales? ¿cuántos programas de limosna van y vienen, en lugar de proponer una verdadera solidaridad que se debe en justicia? ¿cuántos programas de ideologías colonizadoras tendremos que soportar?

Por lo que a la capacidad de comunicación o diálogo se refiere, Francisco propone que frente a la falta de tejido social “la cultura del diálogo implica un auténtico aprendizaje, una ascesis que nos permita reconocer al otro como un interlocutor válido; que nos permita mirar al extranjero, al emigrante, al que pertenece a otra cultura como sujeto digno de ser escuchado, considerado y apreciado”. ¿cuántos millones de mexicanos viven como extranjeros en su propia tierra, subyugados por el “ni los veo ni los oigo”? (jóvenes, pidan a sus maestros que les recuerden la etiología de esta frase).

En cuanto a la capacidad de generar, Francisco pide maestros que nos recuerden que “la situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas. Al contrario, es un firme llamamiento a la responsabilidad personal y social”.

Sí, este es Francisco, un maestro que alza la voz con “parresía”, es decir, intrepidez, que reconoce y recomienda sin complejos a otros maestros; sin buscar glorias humanas ¿seremos capaces de escucharlo?

Filiberto Cruz Reyes

15 de Mayo de 2016