A la memoria de Doña Eustorgia, Madre del Presbítero Víctor Hugo Ambríz, en el 1er Aniversario de su partida a la Casa del Padre
Era párroco en San Sebastián, aunque era Obispo, y como tal había sido presidente en tres períodos de la Conferencia Episcopal de Guatemala (1972-1974, 1974-1976 y 1980-1982), su patria. San Sebastián es una Iglesia que está a dos o tres cuadras de Catedral, en la capital de Guatemala.
Su abuelo, Doménico Girardi, originario de las inmediaciones de Trento, en Italia, había llegado a Guatemala hacia 1875. Su padre, Benito, ya nació en Guatemala y en su momento contrajo matrimonio con Laura Conedera. El apellido Girardi en Guatemala se transformó en Gerardi. Juan José fue el segundo de cuatro hijos de este matrimonio y nació el 27 de diciembre de 1922 en Guatemala capital. En esa época el Arzobispo de Guatemala estaba en el exilio debido a su expulsión junto con las Congregaciones de religiosos varones y la exclaustración de las comunidades religiosas femeninas por decreto de 1871 que promovía una persecución de la iglesia por los liberales. Hasta 1928 la Santa Sede nombrará otro Obispo y dividirá la diócesis de Guatemala en dos, al crear otra en los Altos de Quetzaltenango. Fueron muchos años de regímenes militares liberales en los que se privó a la Iglesia de sus bienes materiales.
Juan José Gerardi Conedera ingresó al Seminario de Guatemala y ahí realizó sus estudios de humanidades y filosofía, y aunque en esa época se acostumbrara que los seminaristas cursaran teología en el Seminario de San José de la Montaña, en San Salvador, él fue enviado a Nueva Orleans (Luisiana) en Estados Unidos, al Notre Dame Seminary.
Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1946 en la Catedral Metropolitana de Guatemala por el Arzobispo Mariano Rosell Arellano. Luego desempeñó diversos oficios eclesiásticos: vicario parroquial, párroco, Canciller de la Curia, hasta que Pablo VI lo nombró obispo de La Verapaz el 9 de mayo de 1967, siendo consagrado el 30 de julio del mismo año en la Catedral de Guatemala, tomando posesión de su diócesis el 11 de agosto siguiente. Era una diócesis pobre, de población mayoritariamente indígena y una de sus principales tareas fue implementar el recién terminado Concilio Vaticano II. En 1974 el Papa Pablo VI lo traslada a la Diócesis de Quiché, tomando posesión de la misma el 7 de diciembre de ese año. Asistió en 1979 a la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, México. Participó en dos Sínodos de los Obispos: en 1974 en el Sínodo sobre la Evangelización y en 1980 en el Sínodo sobre la Familia. De 1980 a 1983, su diócesis de Quiché se vio envuelta de modo desmedido en la violencia que Guatemala vivió durante 36 años aproximadamente. El 6 de septiembre de 1980 es recibido en audiencia por el Papa Juan Pablo II en Roma, ahí le expresa la violencia que sufre Guatemala; luego de esta entrevista el Papa envía una carta a los obispos de Guatemala con fecha de 1º de noviembre de ese mismo año, en la que, entre otras cosas, reprueba fuertemente la violencia que vivía ese país hermano. Este documento alarmó a las autoridades militares y al propio Presidente, al grado que al regreso de monseñor Gerardi a Guatemala el día 20 de noviembre, le fue negado el acceso a su propia patria, por lo que luego de estar detenido viajó a San Salvador, en donde se le advirtió que ahí también su vida corría peligro, pues el 24 de marzo de ese 1980 había sido asesinado el Arzobispo de San Salvador: Monseñor Oscar Arnulfo Romero; terminando refugiado en Costa Rica.
En 1982, monseñor Gerardi regresa a Guatemala, pero no a su Diócesis, pues aún era bastante peligroso el que lo hiciera; por lo que permanece en la capital y desempeña el cargo de Secretario Ejecutivo de la Conferencia Episcopal. En 1984 renuncia a la Diócesis de Quiché y el Papa lo nombra Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala el 28 de agosto de ese año, y también párroco en la Parroquia de San Sebastián. Con fecha de 2 de diciembre de 1984, el Papa Juan Pablo II envía otra carta a los obispos de Guatemala, en la que entre otras cosas les dice: “Cuando la historia más reciente de vuestra Iglesia sea presentada a las generaciones futuras ¿será posible dar a conocer en sus páginas la larga lista de nombres de tantos catequistas, generosos sembradores de la Palabra de Dios, que en el cumplimiento de su misión cayeron víctimas del odio fraticida?”
El 23 de junio de 1994, en Oslo, Noruega, el gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca habían negociado la creación de la Comisión de Esclarecimiento Histórico. A partir de ahí, el 20 de octubre de 1994, la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG) promovió en la Conferencia Episcopal del país un proyecto que recogiera testimonios sobre las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante el conflicto armado interno de tantos años. En abril de 1995 se inició, en continuidad con lo anterior, la experiencia interdiocesana de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), proyecto del que es alma monseñor Gerardi y que culmina con el informe que él rinde el 24 de abril de 1998. Ese día dijo: “El proyecto REMHI en el confluir del trabajo pastoral de la Iglesia es una denuncia, legítima, dolorosa que debemos de escuchar con profundo respeto y espíritu solidario. Pero también es un anuncio, una alternativa para encontrar nuevos caminos de convivencia humana. Cuando emprendimos esta tarea nos interesaba conocer, para compartir, la verdad, reconstruir la historia de dolor y muerte, ver los móviles, entender el por qué y el cómo. Mostrar el drama humano, compartir la pena, la angustia de los miles de muertos, desaparecidos y torturados; ver la raíz de la injusticia y la ausencia de valores”. Ese informe (Guatemala nunca más) de cuatro tomos le costó la vida: el 26 de abril, dos días después, un domingo por la tarde, le esperaba en la casa parroquial, el enemigo que no soportó la verdad, lo asesinaron arteramente y difamaron su persona y su memoria.
En ese entonces, Mons. Próspero Penados, Arzobispo de Guatemala, dispuso que en las columnas del atrio de Catedral se inscribieran los miles de nombres de las víctimas que aparecen en el IV volumen del Informe REMHI.
Entre los aniversarios de Gerardi (26 de abril) y del hoy Beato Romero (23 de Mayo) oremos a Dios por nuestra patria y nuestras familias.
Pbro. Filiberto Cruz Reyes