De espíritu combativo y aguda inteligencia, así describen al agustino Fray Luis de León, quien murió el mismo año (1591) que San Juan de la Cruz. Ambos pertenecen a las grandes figuras literarias del llamado Siglo de Oro español; ambos conocieron la prisión que les impusieron sus propios hermanos de religión. Fray Luis fue un reconocido traductor del hebreo, del griego y del latín; además conocedor excepcional de la lengua vernácula. De sus obras en prosa destacan La perfecta casada (1583) y De los nombres de Cristo (1583). Algunos afirman que nació en Belmonte (Cuenca) en 1528; provenía por parte de su padre de judíos conversos. En 1541 entró a estudiar Derecho Canónico en Salamanca; en 1544 tomó el hábito en el Convento de San Agustín y estudia filosofía (1544-1546), luego teología (1546-1550); posteriormente exégesis (1556-1557) en la Universidad de Alcalá. En 1560 consiguió el título de maestro en teología en Salamanca. Desarrolló una intensa actividad docente. Así mismo, su espíritu crítico le llevó a entrar en discusiones con los dominicos de San Esteban. En 1568, a propósito de una nueva edición de la Biblia proveniente de Francia, provoca discusiones doctrinales y el Santo Oficio crea una comisión de estudio a la que fue invitado Fray Luis de león.
Algunos años antes, el 8 de abril de 1546 en la IV Sesión del Concilio de Trento se emitió un Segundo Decreto, por el que:
“Se acepta la edición vulgata de la Biblia y se prescribe el modo de interpretar la Sagrada Escritura, etc.
Además, el mismo sacrosanto Concilio, considerando que podía venir no poca utilidad a la Iglesia de Dios, si de todas las ediciones latinas que corren de los sagrados libros, diera a conocer cuál haya de ser tenida por auténtica; establece y declara que esta misma antigua y vulgata edición que está aprobada por el largo uso de tantos siglos en la Iglesia misma, sea tenida por auténtica en las públicas lecciones, disputaciones, predicaciones y exposiciones, y que nadie, por cualquier pretexto, sea osado o presuma rechazarla.
Además, para reprimir los ingenios petulantes, decreta que nadie, apoyado en su prudencia, sea osado a interpretar la Escritura Sagrada, en materias de fe y costumbres, que pertenecen a la edificación de la doctrina cristiana, retorciendo la misma Sagrada Escritura conforme al propio sentir, contra aquel sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien atañe juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras Santas, o también contra el unánime sentir de los Padres, aun cuando tales interpretaciones no hubieren de salir a luz en tiempo alguno. Los que contravinieron, sean declarados por medio de los ordinarios y castigados con las penas establecidas por el derecho… [siguen preceptos sobre la impresión y aprobación de los libros, en que, entre otras cosas, se estatuye:] que en adelante la Sagrada Escritura, y principalmente esta antigua y vulgata edición, se imprima de la manera más correcta posible, y a nadie sea lícito imprimir o hacer imprimir cualesquiera libros sobre materias sagradas sin el nombre del autor, ni venderlos en lo futuro ni tampoco retenerlos consigo, si primero no hubieren sido examinados y aprobados por el ordinario…”[1].
En este contexto, Fray Luis se muestra con frecuencia crítico frente a la Vulgata y recurre a los textos en hebreo. Esto le crea más conflictos con los dominicos hasta que finalmente en 1571 las acusaciones llegan a su propia traducción del Cantar de los Cantares.
“Tras la denuncia del prior del convento dominico de San Esteban, los exegetas «liberales» Gaspar de Grajal y Martín Martínez de Cantalapiedra, son arrestados, y poco tiempo después el mismo Luis de León corre la misma suerte. Fue encarcelado en Valladolid desde el 25 de marzo de 1572 hasta el 7 de diciembre de 1576, período durante el cual compuso algunos de sus mejores escritos. El proceso inquisitorial se saldó finalmente con la absolución, de manera que pudo reemprender sus cursos (Grajal y Cantalapiedra murieron en prisión)”[2]. Dicen algunos que al retomar sus clases, afirmó Fray Luis: “Decíamos ayer”.
Es aquí y con motivo de esta frase —que también, afirman algunos, la pronunció igualmente Miguel de Unamuno en Salamanca tras ser restituido como Rector tras la dictadura de Primo de Rivera— que quiero hacer referencia otro católico de espíritu combativo y aguda inteligencia, otro Luis, uno de los nuestros, cercano: el Pbro. Luis Ugalde Monroy.
El Padre Luis nació en la ciudad de Santiago de Querétaro el 22 de Septiembre de 1925, en la casa marcada con el número 2 de la calle 15 de mayo, y fue bautizado al día siguiente: 23 de septiembre de 1925, en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús (Santa Clara) de esta misma ciudad, con el nombre de Tomás Lino del Sagrado Corazón de Jesús Luis. Hijo único de los Señores Virginia Monroy Jurado y José Ugalde García, ambos originarios de Amealco, Qro.
La Confirmación la recibió en la Cuidad de Guadalajara en 1926.
Desde niño tenía un gusto especial por cantar el Himno Nacional Mexicano admiraba las figuras de los Curas Hidalgo y Morelos; soñaba, dice, influenciado por las ideas de su padre con una patria libre. Estas ideas perdurarán siempre en su corazón; su cáliz de la ordenación sacerdotal lleva un escudo nacional en la base.

La primaria la hizo en el Colegio de Don Federico Terrazas, situado en la Calle Próspero C. Vega. Posteriormente entró al Seminario Menor en diciembre de 1938, tenía 13 años. Fue compañero de Ricardo Colín Negrete, luego Misionero de Guadalupe; también del Padre Agustín Saavedra. El Seminario Mayor lo inició en 1943 y se encontraba en el Templo de San Antonio. Afirma que en 1950 el Seminario se trasladó a Teresitas.
En su proceso de formación tres sacerdotes marcaron su vida: Salvador Septién (Teología Dogmática), Rafaél Herrera Tejeda (teología Moral) y Ramón Martínez De Vicente (Sagrada Escritura y Dogma). Éste último era Ingeniero Civil, se ordenó en Roma y tenía una visión social, muy práctica de la teología y la pastoral, fue su padrino de ordenación.
Su ordenación diaconal se realizó el día 23 de diciembre de 1950, en el Templo del Santo Nombre de Jesús, Teresitas, Qro. Mientras que el día 22 de diciembre de 1951 recibió la Ordenación presbiteral de manos del Sr. Dr. D. Marciano Tinajero y Estrada, en el mismo lugar y tenía 26 años de edad. Sus compañeros de Ordenación fueron Rosendo Pérez, J. Guadalupe Mendoza y Gildardo Álvarez.
Los Oficios Eclesiásticos desempeñados fueron:
- Miembro del Equipo Post formación 1952.
- Director de la Escuela Apostólica de 1953- 1955.
- Vicario coadjutor en Tequisquiapan, Qro. 1956- 1959.
- Vicario coadjutor en san Sebastián, Cd, de Qro. 1959.
- Vicario coadjutor en Santa Clara, Cd. de Qro. 1960.
- Secretariado Social de Querétaro, 1960-1975.
En este periodo del Secretariado Social conoció al Padre Pedro Velazquez Hernández, quien había escrito el libro “Miseria de México” (1946). El Padre Velázquez llegó a ser Director del Secretariado Social Mexicano en 1948, y perduró como tal hasta el día de su muerte: el 10 de diciembre de 1968, en el vigésimo aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. El Secretariado Social Mexicano fue creado por los Obispos Mexicanos en 1923 bajo la inspiración de la Rerum Novarum. Entre el inmenso mar de propuestas pastorales del Secretariado estaba el tema del cooperativismo, que aterrizó en la creación de Cajas populares, que nacieron con el impulso del Padre Luis: la Santa María de Guadalupe en Tequisquiapan, la Gonzalo Vega en San Francisquito, la Libertad en la Congregación, la San Juan Juan Bautista en San Juan del Río, etc. Esta opción de las Cajas populares en el tema de préstamos con intereses bajos tocó intereses económicos, y fue una de las causas que terminaron en la suspensión del Padre Luis. En documento de 17 de mayo de 1975 se le comunicaba que “la prohibición de ejercer el ministerio sacerdotal, «no reviste carácter de pena». Es simplemente una medicina saludable…”.
De este modo, Don Luis, que contaba con casi 50 años de edad y 24 de ordenado inición un brusco giro en su vida.
Docencia, estudios, promoción del cooperativismo, viajes, escribió libros, etc. Celebró matrimonio canónico en 1995 y quedó viudo en 2019.

El 7 de febrero de 2022 el Sr. Obispo Don Fidencio López Plaza lo rehabilitó en el Ministerio sacerdotal, después de las diligencias previas en Roma, con los siguientes oficios:
- Adscrito a la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Querétaro. Qro. (07/02/2022. Prot. 17/2022)
- Responsable Diocesano de la Pastoral del Cuidado integral de la Creación (07/02/2022. Prot. 18/2022).
Dentro de 4 días el Padre Luis cumplirá 72 años de ordenado sacerdote, de los cuales 47 los ha vivido en especiales circunstancias, esto nos hace traer a la mente lo que decía el filósofo Gianni Vattimo, recién desaparecido:
“También Heidegger imagina la historia como relámpagos. Iluminaciones repentinas, acontecimientos. Dentro de estos relámpagos se articulan los tiempos. Épocas históricas. Pero la época es, en Heidegger, una suspensión del tiempo, una fractura instantánea.
El tiempo no es continuo. Como, de algún modo, en san Agustín: el tiempo se vincula a la existencia y a la existencia del hombre. Y el Ser se ilumina de modos distintos en épocas diversas, épocas que no guardan continuidad entre ellas. El Ser no es más que el iluminarse, según las circunstancias, de horizontes históricos determinados, sin continuidad visible entre una época y otra”[3].
Ayer y hoy surgen estas tendencias conservadoras, que confunden cuidar el depósito de la fe con una fe de museo; por eso en un contexto sinodal el Papa Francisco afirmaba: “Quisiera recordar que el Sínodo no es un congreso o un «locutorio», no es un parlamento o un senado, donde nos ponemos de acuerdo. El Sínodo, en cambio, es una expresión eclesial, es decir, es la Iglesia que camina unida para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios; es la Iglesia que se interroga sobre la fidelidad al depósito de la fe, que para ella no representa un museo al que mirar ni tampoco sólo que salvaguardar, sino que es una fuente viva de la cual la Iglesia se sacia, para saciar e iluminar el depósito de la vida” (Sínodo de la familia 2015. Introducción del santo Padre Francisco. Aula del Sínodo. Lunes 5 de octubre de 2015). Cuando quienes se autoconsideran los únicos guardianes de la fe, una fe hecha a su medida, se corre siempre el riesgo de faltar a la justicia y a la caridad; por eso es importante recordar las palabras del Papa Francisco cuando nombró a su paisano, el hoy Card. Víctor Manuel Fernández como Prefecto del Dicasterio para la doctrina de la fe (Vaticano, 1 de julio de 2023):
“Querido hermano,
Como nuevo Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la fe te encomiendo una tarea que considero muy valiosa. Tiene como finalidad central custodiar la enseñanza que brota de la fe para “dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan”.
El Dicasterio que presidirás, en otras épocas llegó a utilizar métodos inmorales. Fueron tiempos donde más que promover el saber teológico se perseguían posibles errores doctrinales. Lo que espero de vos es sin duda algo muy diferente”.
Al estar en la cárcel Fray Luis de León escribió el siguiente poema:
“Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa
ni envidiado ni envidioso”.
Padre Luis, hermano mayor, has vuelto plenamente a casa: eres Sacerdote para siempre.
Pbro. Filiberto Cruz Reyes
En la casa común: Seminario Diocesano
18 de diciembre de 2023.
[1] https://rsanzcarrera2.wordpress.com/2007/05/28/concilio-de-trento-sesion-iv-8-de-abril-de-1546/ Consultado 15 de diciembre 2023, 12:27 hrs.
[2] Becerra Hiraldo, José María (Editor); Fray Luis de León. El Cantar de los Cantares de Salomón. Madrid6. P. 12.
[3] Vattimo, G. – Paterlini, P. No ser Dios. Una autobiografía a cuatro manos. Barcelona 2008, pp. 41-42.