Homilía | 1 Re 10, 1-10; Sal 36; Mc 7, 14-23
Estamos en el epicentro de la revelación del cerca y del junto, estamos en lugar sagrado; como Juan Diego hemos también salido de mañana en busca de la Palabra que ilumina, la que se hizo carne para darse en alimento, la que entra en nosotros para purificarnos y sale de nosotros para proclamar la buena nueva de la paz instaurada en Cristo.
¿Cuál es tu vocación CISAV? ¿Cuál tu identidad más profunda? Escucha como el mensajero elegido, Juan Diego, la música celestial que precede su encuentro con la Reina; el contemplar la creación es preludio y obertura de la sinfonía divina que la Niña del cielo te propone transcribir.

Tu vocación es contemplar, introyectar lo divino, probarlo todo y quedarte con lo bueno (1 Tes 5,21); de noche y de día tendrás que leer, escuchar y discernir, recordando que nada de lo que entra de fuera puede manchar al hombre (cfr. Mc 7, 15), escucharás y transmitirás fielmente el mensaje de la Reina y lo descubrirás fielmente ante el Obispo; él confirmará la autenticidad del mensaje.
Cantos de sirenas nunca faltarán en tu entorno, más recuerda que fueron esas voces las que hicieron que el rey sabio, Salomón, perdiera la cordura y desviara su corazón hacia los ídolos apartándose de la voluntad del “verdadero Dios por quien se vive”. Siempre habrá quien como a Juan Diego intente obstruir el acceso a casa del Obispo, mantente persistente con sencilla mansedumbre, la casita que pide la Reina es para todos los hermanos, hasta para mí: no puedes renunciar nunca a sanar la fraternidad negada. Caín, los hermanos de José que le vendieron, etc., han sido recreados en Andrés y Simón, en Santiago y Juan, pues en Jesucristo la fraternidad verdadera es posible. Eres comunidad de búsqueda, sinodalidad heurística.

Como afirma la doctrina de la Santa Iglesia, sacerdocio común y sacerdocio ministerial se ordenan mutuamente el uno al otro (LG 10), el mensajero elegido por la Morenita era un fiel cristiano laico, fue él el interlocutor pero el destinatario del mensaje el Obispo, fue aquél quien se debatió entre sus deberes familiares y la urgencia de llevar la noticia; cada miembro del CISAV tendría que librar esa lucha interior constante: si buscamos primero el Reino de Dios y su justicia divina, la Reina nos obtendrá de su Hijo todo lo demás por añadidura, irá a buscarnos a casa como a Juan Bernardino para llevarnos a “Aquel por quien se vive”.
Solo en la escucha de la Palabra saldrán de nuestras bocas y corazones cosas buenas, solo el amor es capaz de prevenir de las malas obras que hoy denuncia Jesus en el Evangelio. Una de ellas es la envidia; ya decía el Doctor angélico que ésta es “la tristeza del bien ajeno”, que nunca la tristeza fruto de la envida deforme nuestra sonrisa, sea la “eudaimonía” nuestro estandarte.
Que nuestra peregrinación hasta este lugar santo selle la “anfictionía” en Cristo, de este grupo de amigos que buscan constantemente servir a la Reina y al Obispo con una fe fuerte anclada en el Enviado del Padre.
Pbro. Mtro. Filiberto Cruz Reyes
Insigne Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe
Capilla de San José, 7 de febrero de 2024