Con la lámpara encendida

Homilía en la Misa Exequial de “Male”

Ap 21, 1-7; Sal 24; Mt 25, 1-13

Entre todos los rostros de las señoras, el tuyo parecía de niña; no las conocía, era párroco recién llegado. Me pedían que continuáramos la construcción de la Capilla. Tu rostro delgado, tu cuerpo parecía pequeño y frágil, los lentes y cubrebocas por la pandemia no permitían verlo claramente. Con el paso de los días pude conocerles un poco más: madres, abuelas, catequistas… de fe sólida, de convicciones inconmovibles; trabajadoras invencibles, recolectoras en medio de la comunidad, de todo aquello que estaba en buen estado y pudiera servir a alguien más. Ordenaban ropa, utensilios para la casa, el deporte, decoración, etc. Organizabas los bazares que implicaban largas jornadas los domingos; lo que me impresionó de verdad es que con tu equipo iban a los tianguis en plan de servicio, para recaudar fondos para la construcción de la Capilla. Era mi responsabilidad como párroco gastar bien y rectamente lo que con tanto esfuerzo Ustedes reunían. Así, en seis meses del año pasado se demolió la mitad de los muros de la Capilla por su fragilidad y se volvieron a levantar más sólidos, fuertes para soportar la estructura de la techumbre; todo bajo la supervisión de los arquitectos e ingenieros.

Elena Núñez, Male (como cariñosamente te conocía la comunidad parroquial), eras una mujer gigante, fuerte, invencible. La luz de tu lámpara encendida en el bautismo y cultivada en tu familia, por tus padres, por quien siempre mostraste un amor fiel que te hacía ir a tu pueblo de origen para brindarles ayuda, atención y cuidados, no se puede apagar; seguirá alumbrando nuestras vidas, dando calor a la comunidad parroquial. Tus pasos silenciosos nos seguirán guiando. Antes de ingresar al hospital cuidaste que el fruto de sus esfuerzos comunitarios fuera depositado en la cuenta destinada a los trabajos de construcción de la Capilla.

Ahora, el Esposo llega a la fiesta y te llama, te hace entrar a ti, mujer prudente y fiel, al Banquete eterno; te sienta en la mesa y te ofrece su Cuerpo y su Sangre hechos eternidad. Tu lámpara encendida es testigo de tus afanes. “Male”, no pude ir al hospital para asistirte, perdón, estaba en misión fuera de la ciudad; estuvo nuestro hermano el Padre José Navarro con quien celebraron muchas Eucaristías por las tardes luminosas de fe y trabajo, oración y proyectos.

Una “cruz de fuego” ardía en tu interior, no te quejaste, no levantaste la voz, no gritaste en las plazas (cfr. Is 42, 2) ni en el hospital: eras como llama de lámpara delicada, te bastaba iluminar al hermano, a la comunidad, a tu párroco miope.

Tu ejemplo nos apremia, tu paciencia nos anima: tus afanes se convierten en frutos de fraternidad y tu vida interior eucarística nos revela el amor del Padre.

“Male”, la rifa y el próximo bazar que preparabas se llevarán a cabo con la gracia de Dios y bajo tu intercesión. Gracias por tu amor a la Iglesia, a nosotros que buscamos ser como la Sagrada Familia.

Pbro. Filiberto Cruz Reyes

27 de Julio de 2024

Parroquia de la Sagrada Familia

Santiago de Querétaro

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