Treinta años en el camino

Padre Sergio Leodegario Ramírez González

XXX Aniversario de Ordenación Sacerdotal

Parroquia de la Divina Pastora, 12 de Octubre de 2024

Homilía

Ga 3, 21-29; Sal 104; Lc 11, 27-28

Padre Leo, 2 de octubre no se olvida, y 12 de octubre tampoco. Como recién hemos escuchado por parte del Estado mismo, fue éste quien perpetró la masacre de estudiantes en este día del 1968 (la tentación siempre será terminar haciendo lo que denunciamos, hoy México está militarizado); un año antes, 2 de octubre de 1967, viste tú la luz de este mundo por primera vez. Un año después fue el último día de luz para muchos estudiantes; estudiar, pensar y preguntar siempre será peligroso. Hoy lo vivimos nuevamente, la necedad de las palabras huecas nos acecha. El 12 de octubre de 1994 veías otra luz, la de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote que te iluminaba ahora con el sacramento del Orden, fuiste constituido en sacerdote Ordenado “por Cristo, con Él y en Él”; nadie podrá apagar esa Luz, si acaso el pecado la puede hacer languidecer, pero nunca apagarla, así lo afirma hoy San Pablo: “la ley escrita aprisionó a todos bajo el pecado para que, por medio de la fe en Jesucristo, los creyentes pudieran recibir los bienes prometidos”. El Señor Jesús te ha liberado para ser libre y para distribuir a los hermanos sus dones a manos llenas. Es Él quien en su misericordia te ha llamado a seguirle.

La búsqueda y seguimiento de Jesús nunca se hace en soledad, sino en comunidad; de este modo, tu primera misión recién ordenado fue acompañar a los jóvenes que buscaban su vocación, lo hiciste desde el Seminario durante dos años. 

Posteriormente tu seguimiento del Señor consistió en profundizar tus estudios en la Pontificia Universidad de México; la teología maduraría en la práctica años después. Eran tiempos de sueños y esperanzas, de cartas entre estudiantes separados por el Atlántico pero cercanos en la fe, la fraternidad y la esperanza. Así transcurrieron 2 años 5 meses de tu vida.

Al regresar de tu experiencia de meditación teológica regresaste al Seminario como Director espiritual con los jóvenes de filosofía; tu carácter juvenil te ha caracterizado por la cercanía con los seminaristas, has sido siempre hermano generoso de camino. Así pasó un año de tu ministerio.

Llegó después tu primer contacto con la comunidad Parroquial, fue en Nuestra Señora de Guadalupe en la Reforma Agraria; adquiriste el terreno para la casa parroquial y la construiste, con tu pueblo hicieron las bancas del Templo parroquial, etc. Pasaste ahí un año de Vicario Parroquial y dos de Administrador.

Fuiste después enviado a San Pedro, en la Colonia Peñuelas como Vicario parroquial; en esta comunidad pasaste dos años, antes esta parroquia había sido parte del Cristo de las Bienaventuranzas a donde enseguida fuiste enviado como tercer párroco, antes lo había sido el estimado Maestro y Amigo el Pbro. Santiago López Medina, mejor conocido como Padre Layo, tu padrino de Ordenación. El primer párroco del Cristo de las Bienaventuranzas había sido nuestro hoy Décimo Obispo de Querétaro, Mons. Fidencio López Plaza, quien arribó ahí el 19 de Octubre de 1989. Diste seguimiento a las comunidades eclesiales de base, contando con la presencia constante del “Tatic”, Mons. Samuel Ruiz García, Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas. También construiste la casa parroquial siempre con las puertas abiertas a la fraternidad. Transcurrieron ahí 8 años de tu vida y ministerio.

Enseguida el Espíritu te envió a tierras de Guanajuato, tierras con sabor a pueblos originarios, a Santo Tomás Apóstol en Tierra Blanca. Ahí entraste al mundo de la paciencia, donde el tiempo transcurre lento, entre los encuentros de los santitos y las comunidades, entre subir y bajar de la montaña a la Santita Cruz del Pinar. En lo material también construiste los salones parroquiales. Fueron ocho años entre “cocinas”, esos encuentros fraternales donde la comida es el centro de la comunidad y  entona el canto: “como los granos unidos en mazorca/ hoy nos reunimos con todos los pueblos/ para cantar y celebrar nuestra fe/ con la esperanza de hacer un mundo nuevo”.

Tus superiores pidieron que dejaras esas tierras llenas de montañas y piñones para regresar nuevamente a la ciudad, ahora en la Colonia Casa Blanca, en la Rectoría de la Divina Providencia. Tu tarea sería compartida: entre la pastoral comunitaria, la Pastoral Profética, la Escuela Bíblica y el SEDEC. Nacía así también nuestra pequeña Comunidad Sacerdotal que tantas alegrías y dolores nos ha visto compartir, también la fatiga saludable del trabajo. Pasaste ahí un año y 7 meses de vida pastoral.

Hoy estás aquí desde el 3 de julio de 2023, en medio de esta comunidad llena de historia queretana en las inmediaciones del Sangremal, de tradiciones y danzas de concheros, cuna de ilustres sacerdotes y artistas, de vida de piedad, de desafíos actuales. Continúas también animando la Pastoral Profética, la Catequesis y las Escuelas Básicas; gracias por todo el esfuerzo y entusiasmo que en ello pones, los frutos los va germinando Dios. Tu presencia es como siempre: discreta pero eficaz, sin protagonismos estériles, de corazón.

Padre Leo, sumas ya 30 años de vida ministerial, de caminar solidario, de luchas compartidas en ambientes diversos de nuestra querida Diócesis de Querétaro. Gracias por tu fraternidad solidaria; felicidades a todos los hermanos sacerdotes de tu grupo generacional: Wences, Aquileo, Aristeo, Armando, Pepe, Lucio, Clemente. Damos gracias a Dios por el fecundo ministerio de Don Mario de Gasperín Gasperín, de cuyas manos Ustedes recibieron el Sacramento del Orden; hoy como Obispo Emérito de Querétaro sigue orando por todos.

El Reino de Dios es anunciado por Jesús con parábolas y bienaventuranzas; las parábolas gustan de acentuar los extremos con exageraciones para que quede claro que es Dios quien actúa, miran hacia el futuro pero hacen ya presente el Reino de Dios. La vida del sacerdote es una parábola también, su pequeñez y fragilidad dan espacio a la grandeza y poder de Dios a través de un ser imperfecto y limitado como lo es el sacerdote; las bienaventuranzas anuncian el fin de una época difícil y dolorosa y la llegada del tiempo de Dios. Dichosos ustedes hermanos en su aniversario, porque habiendo dejado patria chica y familia, están insertos en la gran familia de Dios de los que “escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”. Felicidades a Doña Josefina y Don Refugio, papás del Padre Leo, a sus hermanos. 

Queridos feligreses de esta amada parroquia de la Divina Pastora, oren por los sacerdotes, caminen con su párroco, cuiden la frágil vasija de barro que lleva un gran tesoro: Jesucristo el Señor, que se ha hecho Cordero y Pastor, Pan de vida para todos.

Que la Inmaculada Pastorcita guarde tus pasos.

Tu hermano, Pbro. Filiberto Cruz Reyes

Parroquia de la Divina Pastora, 12 de Octubre de 2024

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