El pacificador derribado, pero no aniquilado

“El Ares traciano adora la batalla por la batalla y su hermana Eris está provocando constantemente motivos para iniciar una guerra difundiendo rumores o despertando celos y envidias. Como ella, Ares no favorece a una ciudad o partido más que a otro, sino que lucha en este o aquel bando, según le surge la inclinación, disfrutando con la matanza de hombres y saqueando ciudades. Todos sus colegas inmortales le odian, desde Zeus y Hera hasta el más inferior, excepto Eris y Afrodita, que alimenta una perversa pasión por él, y el voraz Hades, que da la bienvenida a los valientes jóvenes guerreros muertos en crueles guerras.

Ares no siempre resultó vencedor. 

Despreciaba profundamente los litigios, nunca se presentó ante un tribunal como demandante y sólo una vez como acusado, cuando los otros diosesel cargaron el horrible asesinato de Halirrotio, el hijo de Posidón. Él se justificó diciendo que había salvado a su hija Alcipe, de la Casa de Cécrope, de haber sido violada por el tal Halirrotio. Puesto que nadie había presenciado el incidente, excepto el mismo Ares y Alcipe, que naturalmente confirmó el testimonio de su padre, el tribunal ol absolvió. Ésta fue la primera sentencia pronunciada en un juicio por asesinato, y la colina en la que se celebró la causa pasó a ser conocida como Areópago, nombre que todavía conserva.

«Areópago» significa probablemente «colina de la Diosa conciliadora», siendo areia uno de los títulos de Atenea”(1). 

Así explicaban los antiguos griegos al dios Ares, que pasaría a la mitología romana como Marte, y del latín Mars, martis, al castellano Marcelo. Tenía entre otros atributos ser el dios de la guerra.

Su nombre era Marcelo Pérez Pérez, sacerdote católico, de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chis; de origen tzotzil, de San Andrés Larraínzar, Chis. 

Este domingo 20 de octubre de 2024 en que la Iglesia celebra el Domund, Domingo Mundial de las Misiones, al terminar una Misa y dirigirse a otra comunidad, al subir a su auto se le acercaron dos sicarios y le dispararon hasta arrebatarle la vida. Era Párroco en Nuestra Señora de Guadalupe.

En un Comunicado del Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel difundido ayer mismo, se puede leer: “Lamento muchísimo el asesinato del P. Marcelo Pérez Pérez, sacerdote indígena tsotsil de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, la mañana de este domingo, en el Barrio de Cuxtitali, de la misma ciudad, al terminar de celebrar la Misa. Estoy muy adolorido e iré a su sepelio este lunes. Fue de los primeros sacerdotes indígenas que ordené como presbítero”.

Con fecha de seis de octubre de este año el papa Francisco envió una carta a los nuevos Cardenales que “creará” en un próximo Consistorio, en la que les pide tengan tres actitudes, una de las cuales es andar con “los pies descalzos”; dice: «tocando la aspereza de la realidad de muchos rincones del mundo embriagados de dolor y sufrimiento por la guerra, la discriminación, la persecución, el hambre y numerosas formas de pobreza que te exigirá tanta compasión y misericordia. Agradeciendo tu generosidad, rezo por ti para que el título de “servidor” —diácono— opaque cada vez más al de “eminencia”». Si bien la Carta (6 de octubre 2024) está dirigida a los nuevos Cardenales, vale para todos aquellos que por la “creación” formarán “parte del clero de Roma”. Refiriéndose al ministerio del Padre Marcial afirma el Cardenal Arizmendi: “Nunca se metió en políticas partidistas, sino siempre luchando por que los valores del Reino de Dios se hicieran vida en las comunidades. Son los valores de verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz”. Y afirma también con claridad: “Su asesinato nos demuestra, una vez más, el clima de violencia que se ha desatado en Chiapas y en casi todo el país”.

Por su pate la CEM, en un comunicado (Prot. No. 292/24) dado el día de ayer afirma: “La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) expresa su más enérgica condena y profundo dolor ante el brutal asesinato del P. Marcelo Pérez, sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, ocurrido en el barrio de Cuxtitali […] Este acto de violencia… silencia una voz profética que incansablemente luchó por la paz con verdad y justicia en la región de Chiapas. 

El P. Marcelo Pérez fue un ejemplo vivo del compromiso sacerdotal con los más necesitados y vulnerables de la sociedad”. 

Por su parte el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño) en una Carta (P. /No. 0126 de 2024) dirigida a Mons. Rodrigo Aguilar, Obispo de San Cristobal de las Casas, le dicen: “Sabemos que el padre Marcelo ha sido un incansable buscador de la paz y la justicia en su pueblo, fruto de su compromiso fiel por el Evangelio y su entrega total a Cristo presente entre los que más sufren”.

Mientras que la ONU afirmó el día de ayer: “Ciudad de México, 20 de octubre de 2024.- La Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) condena el asesinato del sacerdote Marcelo Pérez Pérez, perpetrado esta mañana en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, e insta a las autoridades a llevar a cabo una investigación pronta, exhaustiva y eficaz”.

En su 6º Informe de gobierno, el Ex presidente de México AMLO, afirmó en el zócalo de la Ciudad de México, que tenemos un sistema de salud pública “mejor” que el de Dinamarca. En su monólogo mañanero del día 3 de septiembre le preguntaron si eso que había dicho era cierto o era una broma. A lo que afirmó: “no, no”. Le insistieron: ¿o fue para hacer enojar a sus opositores? Respondió: “También. No para hacerlos enojar, sino porque… ¿Cómo se llama en el periodismo? Para que hubiera miga; para que tuvieran algo que decir, porque luego se enojan mucho y dicen: a ver qué le sacamos”. Y sí, lo logró, millones de mexicanos están enojados, vivimos en una patria polarizada, herida, ensangrentada. 

 Apergollar: “Exigir insistente y violentamente algo ||  Matar de un golpe en el cogote” (RAE). También en un cierto momento el expresidente llamá a la Iglesia “apergollada” por la oligarquía mexicana. Oligarquía: “Grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político (RAE). Sí, la Iglesia como muchos mexicanos está “apergollada” por la oligarquía del crimen organizado. Los sacerdotes siempre somos muy vulnerables: no andamos en camionetas blindadas, no andamos con personal de seguidad, se nos encuentra facilmente sin vallas metálicas, etc. ¿Qué pensar de ese modo tan ligero de hablar en un informe de gobierno, de esa forma de provocar, de caldear los ánimos? ¿cómo tomar en serio a una autoridad que al hablar así de verdad mancha su investidura?

Mons. Romero, hoy santo, al pronunciar una homilía que también le llevó a otra oligarquía a decidir quitarle la vida afirmó: 

“Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del Ejército, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles: Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y, ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la ley de Dios que dice: «No matar». Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: icese al represión!” (Homilía, 23 de marzo de 1980, Quinto Domingo de Cuaresma). Al día siguiente, mientras celebraba la Santa Misa, al momento del ofertorio le dispararon al corazón. Murió instantaneamente.

El 13 de septiembre de este año, las tres Diócesis de Chiapas realizaron una manifestación para pedir la paz, ahí en una entrevista el Padre Marcelo afirmó entre otras cosas:

La manifestación “es un mensaje contundente, claro, de que la violencia ya no se aguanta. El pueblo se está levantando, la Iglesia se está levantando. Se han unido las tres Diócesis ante esta avalancha de la violencia y que desgraciadamente el gobierno, no solamente que no hacen nada sino que niega sistemáticamente la existencia de la violencia y cada vez hay más muertos, hay desplazados; hay, este, secuestros, hay muchos desplazamientos en la zona sierra, en Comalapa, en Chicomuselo y eso preocupa mucho por eso estamos aquí las tres Diócesis de Chiapas…  (por los políticos) rezamos por ellos, para que tomen en serio los temas de la violencia, para que la paz retorne acá en Chiapas. Nosotros seguimos manifestándonos, nosotros vamos a seguir movilizándonos, nosotros seguimos arriesgando nuestras vidas, pero le pedimos a Dios que ellos hagan su trabajo, que ellos de verdad tomen en serio el defender la vida del pueblo; que no lo sometana la esclavitud bajo el yugo de la violencia…”. Este domingo de su muerte, se leyó en la segunda lectura un texto de San Pablo en su primera carta a Timoteo: “Te ruego hermano, que ante todo se hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias  por todos los hombres, y en particular, por los jefes de Estado y las demás autoridades, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido” (1 Tim 2, 1ss).

La vida del Padre Marcelo es como un eco testimonial de las palabras del Papa Francisco a los nuevos Cardenales que serán “creados” en el consistorio del próximo diciembre: vivió con “los pies descalzos… tocando la aspereza de la realidad de muchos rincones del mundo embriagados de dolor y sufrimiento por la guerra, la discriminación, la persecución, el hambre y numerosas formas de pobreza que te exigirán tanta compasión y misericordia”. Aunque estuvo amenazado de muerte, no se fue, se quedó a celebrar el Día del Señor con su pueblo en las Misas; sí era Domingo “cuando iba a ser entregado a su pasión, voluntariamente aceptada”, así cambió el significado de su nombre Marcelo, a no más guerra inútil, no más violencia sin sentido, que callen las armas. También había afirmado: “la corrupción es alimento fuerte de la violencia… no se puede aplicar la justicia cuando hay corrupción”. Y afirmó la más pura doctrina de la Iglesia: “También los delincuentes son hijos de Dios y tienen que recuperar su conciencia de que todos valemos… de que todos tenemos derecho a vivir en paz”.

Hermano Marcelo, has renovado el misterio de las apariciones de la Virgen de Guadalupe: estabas en una parroquia bajo ésta advocación de María y estuviste siempre orgulloso de tu sangre indígena, tzotzil. Eres como el nuevo Juan Diego, esperamos que un día tu muerte sea declarada como llevada a cabo “por odio a la fe”. Que tu muerte se transforme en semilla de nuevas y abundantes vocaciones sacerdotales, en “semilla de cristianos”. Eres el pacificador derribado, pero no aniquilado (cfr. 2 Cor 4, 9), misionero invicto.

Pbro. Filiberto Cruz Reyes

Santiago de Querétaro, Qro. México, 21 de Octubre de 2024

(1) Graves, Robert; Los mitos griegos 1, pp. 106-107. Madrid 20114.

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