Papa Francisco: su pascua

El martes 15 de abril del presente 2025 se anunciaba que el Papa Francisco  prepararía Él mismo las meditaciones del Viacrucis1, pues en otros años había delegado esta misión a diversas personas; y que sería publicado el viernes 18 a las 12:00 hrs., tiempo de Roma. Y así fue.

En la X estación, Jesús es despojado de sus vestiduras, leemos:

“Libro de Job (1,20-22)

Entonces Job se levantó y rasgó su manto; se rapó la cabeza, se postró con el rostro en tierra y exclamó: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio y el Señor me lo quitó: ¡bendito sea el nombre del Señor!». En todo esto, Job no pecó ni dijo nada indigno contra Dios.

No te desnudas, te desnudan. La diferencia está clara para todos nosotros, Jesús. Sólo quien nos ama puede acoger nuestra desnudez entre sus manos y en su mirada. Tememos, en cambio, la mirada de quien no nos conoce y sólo sabe poseer. Estás desnudo y expuesto a todos, pero tú transformas incluso la humillación en familiaridad. Quieres revelarte íntimo incluso a quien te destruye, miras a quien te desnuda como a una persona amada que el Padre te ha dado. Aquí hay más que la paciencia de Job, incluso más que su fe. En ti está el Esposo que se deja tomar, tocar y trueca todo en bien. Nos dejas tus vestiduras, como reliquias de un amor consumado. Están en nuestras manos, porque has estado en casa, has estado con nosotros. Nosotros tomamos tus vestiduras y ahora las echamos a suerte, pero la suerte, aquí, no favorece a uno, sino a todos. Nos conoces uno a uno, para salvar a todos, todos, todos. Y si la Iglesia te parece hoy como una vestidura rasgada, enséñanos a recoser nuestra fraternidad, fundada sobre tu entrega. Somos tu cuerpo, tu túnica indivisible, tu Esposa. Lo somos juntos. Para nosotros la suerte ha caído en un lugar de delicias, estamos contentos con nuestra herencia (cf. Sal 16,6)”. 

Amado Papa Francisco, llegaste a Roma sin nada, ibas al cónclave pensando regresar pronto a tu amada Argentina, apenas una pequela maleta con tus enseres personales que tú mismo fuiste a recoger después de la elección y a cubrir los gastos de tu estancia. Luego apareciste en la balcón de San Pedro, desde donde hablan los sucesores de Pedro. Tus primeras palabras fueron: “Hermanos y hermanas, buenas tardes”. El día de ayer, Domingo de la Resurrección del Señor, sacando fuerza de la fe y del amor de Padre y Pastor, te asomaste nuevamente al balcón y promunciaste las mismas palabras de tu primera presentación como Pontífice: “Queridos hermanos y hermanas, ¡felices pascuas!”, la misma sencillés, la misma cercanía; y después como el gran Patriarca del nuevo pueblo, nos has dejado tu bendición (cfr. Gn 49, 28ss.). Estabas preparado, habías hecho con anterioridad tu testamento espiritual, en el cual manifiestas tu firme y sencilla voluntad:

“Testamento espiritual del Papa Francisco2

Miserando atque Eligendo

En el Nombre de la Santísima Trinidad. Amén.

Sintiendo que se acerca el ocaso de mi vida terrena, y con viva esperanza en la Vida Eterna, deseo expresar mi voluntad testamentaria sólo en cuanto al lugar de mi sepultura.

Mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal los he confiado siempre a la Madre de Nuestro Señor, María Santísima. Por tanto, pido que mis restos mortales descansen esperando el día de la resurrección en la Basílica Papal de Santa María la Mayor.

Deseo que mi último viaje terrenal termine en este antiquísimo santuario mariano, al que acudía en oración al inicio y al final de cada Viaje Apostólico, para encomendar confiadamente mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle sus dóciles y maternales cuidados.

Pido que se prepare mi sepulcro en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la citada Basílica Papal, como se indica en el anexo adjunto.

El sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus.

Los gastos para la preparación de mi entierro serán cubiertos por la suma del benefactor que he dispuesto, que será transferida a la Basílica Papal de Santa María la Mayor y para la cual he encargado las oportunas instrucciones al Arzobispo Rolandas Makrickas, Comisario Extraordinario del Capítulo Liberiano.

Que el Señor dé una merecida recompensa a quienes me han amado y seguirán rezando por mí. El sufrimiento que se hizo presente en la última parte de mi vida lo ofrecí al Señor por la paz mundial y la fraternidad entre los pueblos.

Santa Marta, 29 junio 2022

FRANCISCO”

Desde el principio de tu pontificado has querido una Iglesia pobre y has querido un sepulcro pobre, sencillo, con sólo tu nombre inscrito, nombre que será pronunciado en el último día: “Francisco, ven bendito de mi Padre”. Los pobres ha sido tu pasión, los más débiles e indefensos tus consentidos, pero has amado a todos, como el Maestro has pueto tu mirada de amor para atraer a todos a a casa del Padre. 

Has creído de verdad en la fraternidad, la has vivido, la has anunciado; una fraternidad muchas veces rasgada, como has dicho en el viacrucis, pero siempre posible porque la koinonía (comunión) es una realidad ontológica que supera cualquier sentimiento. Sabías de divisiones y exclusiones, por eso en tu viaje a nuestra patria mexicana dijiste a los Obispos mexicanos, improvisando,: “La misión es vasta y llevarla adelante requiere múltiples caminos. Y, con más viva insistencia, los exhorto a conservar la comunión y la unidad entre ustedes. Esto es esencial, hermanos. Esto no está en el texto pero me sale ahora. Si tienen que pelearse, peléense; si tienen que decirse cosas, se las digan; pero como hombres, en la cara, y como hombres de Dios que después van a rezar juntos, a discernir juntos. Y si se pasaron de la raya, a pedirse perdón, pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal. Comunión y unidad entre ustedes. La comunión es la forma vital de la Iglesia y la unidad de sus Pastores da prueba de su veracidad. México, y su vasta y multiforme Iglesia, tienen necesidad de Obispos servidores y custodios de la unidad edificada sobre la Palabra del Señor, alimentada con su Cuerpo y guiada por su Espíritu, que es el aliento vital de la Iglesia (13 de febrero de 2016, Catedral Metropolitana, Ciudad de México). Sabías, con Santo Tomás de Aquino que el infierno es la eterna soledad, por eso tu constante mensaje de no descartar a nadie. ¿podría imaginarse a un Obispo promoviendo a sus presbíteros excluir a algún hermano?

Defendiste la dignidad de la personas amenazadas por el régimen militar en tu patria, y tuviste que pagar el presio de tal osadía, entre otras cosas compareciendo ante un tribunal para que dijeras lo que sabías “en calidad de quien tuvo conocimiento de las cosas”; si bien no como indiciado, fue con al afán de humillarte. Tu valentía hizo que muchas veces quedaras expuesto, desnudo como Job, como Jesucristo en la cruz.

¿Y cómo olvidar otra de tus improvisaciones en nuestra patria, en Morelia, dirigida a los niños del coro que le habían dedicado una canción?: “Los felicito, los felicito en serio. El arte, el deporte ensanchan el alma y hacen crecer bien, con aire fresco y no aplastan la vida. Sigan siendo creativos, sigan así, buscando la belleza, las cosas lindas, las cosas que duran siempre, y nunca se dejen pisotear por nadie. ¿Está claro?” (16 de Febrero de 2016, Catedral de Morelia). Sí, tu palabra y mirada puestas en la dignidad de la persona humana hacen que surja una cierta rebeldía frente a lo feo y lo injusto, lo que llamaste la “revolución de la ternura”, y dijiste sobre ella: “Nos hace bien entonces mirarnos en la paternidad de José que es un espejo de la paternidad de Dios, y preguntarnos si permitimos al Señor que nos ame con su ternura, transformando a cada uno de nosotros en hombres y mujeres capaces de amar así. Sin esta “revolución de la ternura” —hace falta, ¡una revolución de la ternura!— corremos el riesgo de permanecer presos en una justicia que no permite levantarnos fácilmente y que confunde la redención con el castigo” (Audiencia General, 19 de enero de 2022). 

En el rito del Lucernario o Solemne comienzo de la Vigilia Pascual se bendice el fuego nuevo, con el cual se enciende el Cirio Pascual, el cual se marca con un punzón trazando una cruz, luego las letras griegas  alfa y omega, posteriormente los números del año en curso. Mientros esto se hace. Se va diciendoi: “Cristo ayer y hoy, principio y fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo y la eternidad. A Él la goria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén”. Tenía que ser en Pascua tu pascua, entrañable Papa Francisco, has recorrido el camino  de tu vida con el cierre final de la carrera en la cruz de la enfermedad, por eso el Señor de la historia, Jesucristo resucitado te ha cuidado y bendecido de principio a fin, Él ha sido tu Alfa y tu Omega.

Amado Papa Francisco, hace unos días un grupo de amigos quetanos nos reunimos pensando en ti y en tu salud, se tomó la iniciativa de mostrarte nuestra fidelidad filial haciendo y enviándote un retrato tuyo al acrílico, obra del Maestro Gabriel García Aguas, fotografiado por el Maestro Arturo Pérez y Pérez, fue llevado hasta Roma por Sergio Rivera Guerrero, habiendo participado también Maribel Miranda Peñaloza, Nayely Rosas, Enrique Díaz Hernández, Antonio Martínez, Saúl Rogoitia Vega, Mons. Arz.  Domingo Díaz Martínez. Rodrigo Guerra fue el canal para hacértelo llegar. No sabemos si llegaste a contemplarlo pero sí estamos ciertos de tu amor por nosotros y por tu amada Iglesia que se esfuerza por ser lo que haz pedido, como un hospital de campaña, y sabemos que en una batalla nadie sale indemne y eso nos anima y consuela, por eso querido Papa reza por nosotros ahora desde el cielo.

Pbro. Mtro. Filiberto Cruz Reyes

Santiago de Querétaro, Qro. México, 21 de abril de 2025

Pascua del Papa Francisco

  1. Giribaldi, Edoardo; Preparate da Papa Francesco le meditazioni della Via Crucis, L’Osservatore Romano, martes 15 de abril de 2025, p. 4. ↩︎
  2. https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2025-04/el-testamento-espiritual-del-papa-francisco.html Consultado 21 de Abril 2025, 13:13 hrs. ↩︎

Deja un comentario