«Nací en Estados Unidos (en Chicago), pero mis abuelos eran todos inmigrantes, franceses, españoles (…) Me crié en una familia muy católica, mis dos padres estaban muy comprometidos con la parroquia», contó Prevost en una entrevista con Radio Televisión Italiana”1. Es consciente del tema de la migración, primero de sus abuelos y después de la propia suya, pues vivió muchos años en Perú: primero como sacerdote, después como Obispo en la Diócesis de Chiclayo (habiendo sido consagrado Obispo el 12 de diciembre de 2014 para ser Administrador Apostólico de la diócesis, y más o menos un año después Obispo Diocesano de la misma); tiene una segunda nacionalidad: la peruana. Esa experiencia marcó su vida y su visión de la evangelización, por eso hoy en día de su elección en su primer mensaje dijo en perfecto castellano: Soy hijo de san Agustín, agustiniano, que dijo: «Con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo». Tal vez esta antigua expresión del Santo pueda significar comunión y sinodalidad; por eso también afirma la razón de éstas: “para proclamar el Evangelio, para ser misioneros”. El anuncio del Evangelio nunca se hace en soledad, necesitamos ser con los otros, con el Otro. En ese sentido va también su lema episcopal “In Illo uno unum” (“En Aquel Único, somos uno”), tomado del Sermón de San Agustín sobre el Salmo 127, y en su contexto dice: ”Estos cristianos, con su Cabeza, que subió al cielo, son un solo Cristo; no es Él uno y nosotros muchos, sino que, siendo nosotros muchos en Aquel uno, somos uno. Luego Cristo es uno, Cabeza y Cuerpo. ¿Cuál es su Cuerpo? Su Iglesia, conforme dice el Apóstol: Somos miembros de su Cuerpo; y: Vosotros sois Cuerpo de Cristo y miembros” (n. 3).

Es el primer Papa de la Orden de los Agustinos, el segundo –después de Francisco– nacido en el continente americano, y paradógicamente éste en el extremo sur del continente, mientras que León XIV muy al norte del mismo. Tal vez ahora comprendamos mejor aquellas proféticas palabras de San Juan Pablo II cuando dijo que el Continente Americano era el continente de la esperanza:
“III. Una mirada hacia el futuro: el continente de la esperanza
1. Los retos del momento: Al contemplar el panorama que se abre a la nueva evangelización, no es posible desconocer los desafíos que esa labor ha de enfrentar.
La escasez de ministros cualificados para tal misión, pone el primero y quizá mayor obstáculo.
La secularización de la sociedad, ante la necesidad de vivir los valores radicalmente cristianos, plantea otra seria limitación.
Las cortapisas puestas a veces a la libre profesión de la fe son, por desgracia, hechos comprobables en diversos lugares.
El antitestimonio de ciertos cristianos incoherentes o las divisiones eclesiales crean evidente escándalo en la comunidad cristiana.
El clamor por una urgente justicia, demasiado largamente esperada, se eleva desde una sociedad que busca la debida dignidad.
La corrupción en la vida pública, los conflictos armados, los ingentes gastos para preparar muerte y no progreso, la falta de sentido ético en tantos campos, siembran cansancio y rompen ilusiones de un mejor futuro.
A todo ello se añaden las insolidaridades entre naciones, un comportamiento no correcto en las relaciones internacionales y en los intercambios comerciales, que crean nuevos desequilibrios. Y ahora se presenta el grave problema de la deuda externa de los países del Tercer Mundo, en particular de América Latina.
Este fenómeno puede crear condiciones de indefinida paralización social y puede condenar naciones enteras a una permanente deuda de serias repercusiones, engendradora de estable subdesarrollo. A este propósito vienen a mi mente las palabras que pronuncié durante mi viaje apostólico a Suiza: “También el mundo financiero es un mundo humano, nuestro mundo, que está sujeto a la conciencia de todos nosotros; también aquí valen los principios éticos” (Ioannis Pauli PP. II, Homilia ad Missam in urbe «Flüeli» habita, 6, die 14 iun. 1984: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Vii, 1 (1984) 1762).
Ante estos retos, hay muchos problemas que escapan a la posibilidad de acción y a la misión de la Iglesia. Es, sin embargo, necesario que ella redoble su esfuerzo, para hacer presente a Cristo Salvador, para cambiar corazones mediante una evangelización renovada, que sea fuente de vitalidad cristiana y de esperanza”. (Homilía del Santo Padre Juan Pablo II, Estadio Olímpico de Santo Domingo. Viernes 12 de octubre de 1984).
Bergoglio y Prevost han visto de cerca la violencia y problemas sociales como retos en sus respectivas patrias; Bergoglio el régimen militar (1976-1983); mientras que Prevost el tema de Sendero Luminoso entre otros (1980-1992).
Al haber nacido en Estados Unidos, el nuevo Papa no desconoce la tragedia de tantos jóvenes compatriotas suyos, que han perecido en las guerras libradas por su pueblo, tal vez en ella resuenen los lamentos de Bruce Springsteen en su tema “Born in the USA”.
En su primer mensaje de la Bendición Urbi et Orbi (A la Urbe y al Orbe) como Romano Pontífice, León XIV nos dijo:
“¡La paz esté con todos ustedes!
Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo resucitado, el Buen Pastor, que ha dado la vida por la grey de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz entre en sus corazones, llegue a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!”. Estamos en el Jubileo de la Esperanza, y sí, nuestro Papa León XIV ya nos la transmite.
En su trabajos de Prior Provincial y y Prior General que desempeñó en su Orden de los Agustinos, viajó a nuestra Ciudad de Querétaro, la conoce; también conoce el enclave agustino en las tierras guanajuatenses de Yuriria, Uriangato y Moroleón.

El Padre Rafael Gavidia Artega (hermano del Padre Francisco Fernando), hoy párroco en San Juan Diego, en la Comunidad de Jofrito (Santa Rosa Jauregui), le conoce personalmente cuando él pertenecía a la comunidad de los Agustinos.
Alabemos al Señor Resucitado por tan gran don que nos ha dado en la persona de nuestro Papa León XIV.
Pbro. Filiberto Cruz Reyes
Santiago de Querétaro, Qro., 9 de Mayo de 2025