¡Salve, por ti se eclipsa la pena!

La capacidad de elegir que tiene el hombre (léase homo, que comprende vir [varón] y mulier [mujer]), si bien no es absoluta, es suficiente para atisbar el sentido pleno de la existencia humana, pero también para sumergirlo en los más oscuros nubarrones del dolor y de la pena.

La obra del Maestro Gabriel García intitulada “¡Salve, por ti se eclipsa la pena!”, parece invitarnos a reflexionar sobre estos temas tan humanos, tan trágicos como excelsos. Alguien podría argumentar y tener prejuicios por ser un tema religioso: pero ¿acaso esto no es humano? ¿qué animal se pregunta sobre el sentido del dolor y sus causas? O ¿qué otra creatura da sentido artístico a sus obras? En la obra del pintor queretano de origen serrano parecen confluir no solo más de 300 años de vivencias humanas bajo el amparo de la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, Patrona principal de la Diócesis de Querétaro (desde hace 50 años), sino también todos los siglos desde la aparición del hombre sobre la tierra. En la pintura mencionada prevalecen los tonos ocres y penumbrosos; los claroscuros de una especie de impresionismo perpetuo: la serpiente que ofrece al veleidoso corazón humano la posibilidad de una existencia “responsable” y “sin complejos”; de una responsabilidad en que se rinde cuentas solo a sí mismo y que genera una libertad que dura tanto como su breve vida sobre la tierra. Para dar equilibrio a la composición pictórica, se presenta al Arcángel de la Anunciación, en simetría espacial frente a la serpiente, invitando al ser humano a abrir su mente y corazón a la belleza, a la pureza de intenciones y acciones. La respuesta supone una libertad abierta a la trascendencia, no solo trascendencia de lo temporal, sino abierta al Absoluto; una respuesta verdaderamente responsable, pues solo se puede responder al Otro que nos ha creado. 

El hombre de la imagen lleva pelo blanco, refleja edad avanzada; el bastón que porta dice cansancio y flaqueza, necesita apoyo. El horizonte a sus pies parece conformado por una luz que recibe y proyecta sombra a ambos lados; esta sombra sirve para crear el efecto de lejanía, una lejanía de la que emerge la figura del conocido monolito de Bernal, guardián milenario de la entrada a la Sierra Gorda; símbolo de la naturaleza humana inconmovible. En forma simétrica a la peña aparece la Basílica de la Reina y Madre, imagen del esfuerzo y trabajo artesanal del hombre, de su proceso de “evolución” a lo divino.

En el centro del cuadro está la imagen de la Dolorosa que parece observar el vaivén doloroso de la existencia humana: desde Caín que da muerte a su hermano Abel (Gn 4); hasta Esaú que es despojado de la bendición paterna por su hermano Jacob (Gn 27); como si contemplara el pago que recibieron los hermanos de José al venderlo (Gn 37). Es como Raquel que llora la muerte de sus hijos (cfr. Jr 31, 15). Al pie de la cruz María contempló la muerte de su Hijo (Jn 19, 25) y desde ahí mira a sus hijos y les pregunta en silencio con la mirada “¿dónde está tu hermano?” (Gn 4, 9): ese de Tlatelolco, el de Ayotzinapa, el de Siria, el de San Fernando, el que no logró cruzar la frontera, el que no arribó a la costa, el de Querétaro… 

En la pintura, de entre la oscuridad surge la Madre del que es la Luz (Jn 8, 12) para eclipsar la pena humana, fruto del pecado, ese que negamos o no sabemos definir, pero que tiene evidentemente ensangrentada nuestra patria. La parte con más luz en la pintura es la cabeza del hombre, es como el centro, crea un contraste artístico, y no solo, sino también teológico: la última palabra en la historia humana no la tiene el pecado y la muerte, el dolor y el sufrimiento, sino la luz de la vida que Dios ha infundido en el hombre a través del Espíritu Santo que le ha dado en Pentecostés; es como signo de la Inteligencia (del Verbo) del Padre: Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que con firmeza mira el dolor de la Madre que su crucifixión le provoca, pues sus hermanos le han puesto precio (30 monedas de plata); pero no se arredra ante ello pues sabe que cumplir la voluntad del Padre traerá luz meridiana sobre la existencia humana.

15 de septiembre de 2019

Fiesta litúrgica de Ntra. Sra. de los Dolores

Pbro. Filiberto Cruz Reyes

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